Buenos días Luis,
Imagina por un momento que estás disputando una maratón, te ha llevado mucho esfuerzo estar ahí, muchas horas de entrenamiento y vas en segunda posición cuando faltan apenas cinco kilómetros. De repente, miras hacia delante y ves como el que iba en cabeza de carrera, sin motivo aparente, se ha detenido y no quiere seguir corriendo. ¿Qué harías? ¿Derrocharías hasta el último aliento para ganar o te pararías para recriminarle su actitud?
Parece que Pedro Sánchez se encuentra ahora en la misma encrucijada, ha alcanzado a su rival pero en vez de adelantarle se ha detenido a reprocharle el por qué se para. Seguramente hace meses el líder socialista hubiera firmado esta situación, ser el único candidato a la presidencia del Gobierno en el debate de investidura, pero no imaginaba que sus copilotos en este viaje a La Moncloa tuvieran la intención de decidir la ruta, la música y hasta en qué gasolineras parar a repostar.
Puede que sean locuras mías, pero creo que el Partido Popular incluso ha valorado en algún momento la posibilidad de investir adrede a Sánchez como presidente; al fin y al cabo, un periodo de cuatro años permitiría a dicha formación llevar a cabo una regeneración necesaria al tiempo que ocupa el papel principal en la oposición. Esta opción, a día de hoy tan factible y controvertida como muchas otras, no parece haberse planteado o quizás no ha sido propuesta por el mayor interesado, un Pedro Sánchez más pendiente de saber en qué posición marchan sus rivales que concentrado en alcanzar la línea de meta.