Diario Noroeste

La nueva normalidad de… Saray

Diez años han pasado ya desde aquel fatídico cuatro de mayo en el que Saray optó por tirar por la calle de en medio y enfrentarse al jurado de Masterchef. Un pájaro lleno todavía de plumas, unos tomates cherris y una crema de setas provocarían su despedida del talent y regresar a Córdoba como la gran villana del programa. Sus disculpas en las redes sociales fueron criticadas por muchos, pero sí encontraron una vía de escape para unos pocos que la auparon a un tótem y admiraron su figura por romper barreras y enfrentarse al orden establecido.

A pesar de contar con algunos fieles, no fue poco el tiempo que tardó en resurgir de sus cenizas y volver a ser admirada por todos. Tras regresar a su trabajo de educadora social, e intentar retomar su vida laboral, incluso tuvo una infructuosa incursión en el mundo de la política en las elecciones de 2024 al frente de un partido local independiente. Ya ni se acuerda de quién logró convencerla para estampar su cara en aquella campaña municipal sobre el hashtag #ParaCórdobaSaraynadamás. El poco más de un millar de votos obtenidos no le valió para hacerse con un sillón en el salón de plenos municipal, pero sí le sirvió para volver a tener protagonismo en algunos medios de comunicación, que recordaron su paso por el talent. Pero todo era muy diferente. Contaba con más de treinta años y una madurez que en este momento sí le hubiera permitido llegar más lejos en el programa de Pepe, Samatha y Jordi.

Meses más tarde, en 2025, apenas quedaba la espuma de esa ola mediática y Saray estaba dispuesta a recogerla. Dicen que poderoso caballero es el señor don dinero, pero su objetivo no eran precisamente los billetes sino lograr un tratamiento para su por entonces novio. Rodrigo, cinco años mayor que ella, se había enterado durante la campaña a las municipales que sufría ELA. Apenas se producen dos casos por 100.000 habitantes al año y le había ‘tocado’ a él. Al chico que amaba. Al chico al que abrazaba cada día. Al chico por el que se desvivía y quien muy pronto no podría devolverle esos abrazos. Sin duda, esto podría haberle dado algunos votos durante la campaña, pero ella no era el político ficticio Juan Carrasco. Sufrió en silencio la noticia hasta que llegó el momento de buscar una forma de atenuar los devastadores efectos de la enfermedad, y digo atenuar porque no tiene cura.

La ELA es ese tipo de castigo divino que sabes que en algún momento te hará vivir una nueva normalidad. Lo peor es que esa nueva normalidad no será nunca mejor que la anterior. La enfermedad ataca a tu sistema nervioso central y empieza a degenerar poco a poco tus neuronas motoras presentes en la corteza cerebral. Seguro que has quemado alguna vez un trozo de plástico y has visto como se retorcía sobre sí mismo. Esta enfermedad te paraliza poco a poco impidiendo que puedas ser independiente, físicamente, puesto que tus sentidos seguirán vivos para que te descuenta de lo que ocurre y de cómo los tuyos sufren por ti, y tú por ellos.

Rodrigo, católico, nunca había tenido la necesidad de entrar en debates de si a favor o en contra de la eutanasia, aunque su religión dejaba clara su postura frente al tema. A pesar de no tener una conciencia legal sobre el derecho a una muerte digna, él sabía que no quería ver como su cuerpo se deshacía poco a poco y, encima, ser consciente de ello. Así se lo hizo saber a Saray tan pronto conoció el diagnóstico. Ella todavía recuerda ese día, como olvidarlo. Estaban en su casa del barrio de San Andrés dispuestos a cenar cuando le soltó la bomba: “Voy a suicidarme. No será hoy, ni mañana. Pero no voy a verte sufrir mientras mis músculos se deshacen”. “Vale, pero lograré que eso sea lo más tarde posible”, respondió Saray.

Y así estábamos, en febrero de 2025, con Saray frente a un documento que le ligaba a un programa de televisión del que se iba a celebrar la primera edición. Unir su futuro a Mediaset, y a Paolo Vasile, no habría estado nunca entre sus prioridades, pero los cuidados médicos no son precisamente baratos. Sabía que el dinero que iba a ganar cubriría los gastos médicos derivados de la enfermedad de Rodrigo durante casi un lustro que, en el mejor de los casos, era el tiempo que iba a querer vivir. Y el mejor de los casos no era una opción, era una autobligación para Saray. El reality sonaba divertido, al fin y al cabo iba a consistir en diseñar joyas, e iba a estar acompañada de algunas de las caras más conocidas del famoseo patrio. Sin duda se iba a recordar su episodio en Masterchef e incluso iba a tener que competir de tú a tú con Samantha, quien tras la cancelación del talent en la pública llevaba tiempo sin salir en la tele. La nueva Saray sabía que todo iba a ser muy distinto y que incluso podría arreglar las cosas con ella porque nunca es tarde para pedir perdón.

Y no le fue mal. A pesar de su estilo tradicional y rústico, poco a poco fue salvando las pruebas y se quedó a las puertas de las semifinales del concurso. Lo peor de la experiencia fueron las ocho semanas fuera de casa sin ver a los suyos, aunque a cambio logró tanto el dinero que había ido a buscar para cuidar a Rodrigo como invertir la mala imagen que tenían algunos de ella. Hasta Pandora le propuso hacer una edición solidaria de joyas a favor de la Asociación Española de ELA, que aceptó encantada y sirvió para recaudar miles de euros a favor de la investigación sobre esta enfermedad.

Desde entonces, no volvió a aparecer en un reality, aunque sí ha llegado a participar en eventos benéficos multitudinarios junto a Rodrigo como el que precedió a los JJOO de Los Ángeles. Ni que decir tiene que se convirtió en una estrella de las redes sociales. Esto es lo que le ha permitido cubrir todas sus necesidades básicas sin tener que alejarse de su amor.

Hasta hoy. Hoy vivimos el funeral de Rodrigo, todo terminó. Hace unas semanas llegó el momento de poner fecha a su punto y final. Su cuerpo ya no quería comunicarse de viva voz y cada vez era más complicado aferrarse a sus caricias, más si cabe sabiendo que sus ojos sí seguían procesando todo lo que veían. Optar por la eutanasia ha provocado que Saray vuelva a escuchar muchas críticas, quizás tantas como el cinco de mayo de 2020, aunque hoy sí que han logrado ser calladas y abatidas por las alabanzas…

Con el tiempo se muda el gesto y con el tiempo todo se acaba, pero lo más importante es que con el tiempo y paciencia se adquiere la ciencia…

Daniel De Andrés